El hayedo de La Pedrosa, situado entre las localidades de Riofrío de Riaza (Segovia) y Majalrayo (Guadalajara), es un bello bosque que ocupa una superficie más bien reducida, con apenas 87 hectáreas de arbolado. Lo justo para sombrear una pequeña parte de la vertiente norte del macizo de Ayllón, en el sudeste de la provincia segoviana.Uno de los mayores atractivos de La Pedrosa hay que buscarlo en la apariencia de sus hayas.
De corpulentas y voluminosas formas, las ramas de algunos de estos árboles arrancan desde el mismo suelo. Mejor andar con precaución, sobre todo si la visita coincide con un día otoñal, cuando el suelo está cubierto de hojarasca o nieve. Las ramas se esconden debajo y el tropezón suele ser inevitable. Las gruesas y retorcidas ramas, que crecen de troncos a menudo inexistentes, tienen, según los botánicos, una clara explicación: los árboles fueron talados hace mucho tiempo –hasta mediados del siglo XX existió una fábrica de sillas en la vecina aldea de Riofrío de Riaza–, brotando de aquellos tocones las ramas que hoy se ven.
Un paraje excepcional
A los pies del ramaje de esta reliquia botánica, protegida desde los años 70 bajo la denominación de Espacio Protegido de Interés Nacional, brotan las aguas del río Riaza. Al principio, entre helechos, musgos y líquenes, el río Riaza no es más que estrechos arroyuelos que se irán juntando hasta formar un sólo cauce. Más abajo, el Riaza se enmarca en un bosque de ribera, discurriendo sus aguas entre álamos, fresnos, abedules, sauces, tomillos y sotobosque. La variedad cromática del paraje es sorprendente, puesto que al hábitat del propio hayedo se suman las pendientes desnudas de vegetación y tapizadas de cuarcita que separan a las hayas de los robles, que crecen en las cotas más bajas del monte.El haya es, normalmente, un árbol propio de regiones más septentrionales y húmedas.
El caso de La Pedrosa es excepcional, pues es uno de los hayedos más meridionales que existen en el mundo y el que crece más al sur de toda Europa. Y eso a pesar de los grandes contrastes climáticos que deben soportar los árboles: veranos secos, pocos días de niebla y temperaturas invernales bajas. Repartidas sobre las laderas del valle del Riaza, la mayoría de los ejemplares que pueblan el bosque son jóvenes. Las hayas más ancianas se pueden ver en la zona más alta, abrupta e inaccesible del bosque. Aunque allí es donde viven, entre otras especies de mamíferos, nutrias y gatos monteses, es más fácil ver gavilanes o pitos reales en vuelo.
Fresas en el hayedo
Los últimos días de primavera y de verano son fechas propicias para acercarse a un hayedo y recolectar los frutos que emergen de sus pies. La fresa silvestre (Fegaria vesca) es una especie normalmente asociada a los hayedos, dándose entre los 900 y 1.500 metros de altitud. El fruto se desarrolla bien en espacios húmedos y entre árboles de hoja caduca, que permiten una mayor entrada de la luz solar durante los meses de primavera e invierno. Por esta razón hay que mirar en los claros del bosque, buscando ahí los ramilletes de hojas aserradas que acompañan al fruto.
El hayedo de La Pedrosa garantiza una buena cosecha de fresas silvestres.
La villa y el río de Riaza
El río Riaza –que seguiremos en la ruta que proponemos durante algunos kilómetros– tiene en La Pedrosa su cuna. Algo más abajo, el cauce del Riaza, ya fuera del hayedo, se deshace del sotobosque y hace brotar en sus márgenes un soberbio bosque de ribera. Si levantamos la mirada es probable que avistemos el elegante vuelo de las águilas que se cobijan en las Hoces de Riaza.
A pie de puerto queda Riaza, villa que nació allá por el siglo X y que en poco o en nada ha cambiado desde entonces. Con el río bordeando el caserío y las vacas pastando en los prados cercanos, Riaza merece un detenido paseo. Especialmente interesante resultan el barrio de San Juan,con sus típicas casas riazanas, construcciones de mampostería de amplios balcones y aleros y por sus tejas colocadas hacia arriba; y la plaza mayor, enmarcada entre grandes soportales castellanos y gradas de piedra alzadas en torno a un coso de arena todavía en uso.
Ruta de Riofrío de Riaza al hayedo de La Pedrosa
La ruta parte de la localidad de Riofrío de Riaza. Se inicia el recorrido caminando por una senda que, tras un kilómetro aproximadamente, se cruza con la carretera que sube al puerto de La Quesera (1.710 m) y con el río Riaza. Un puente, en la cabecera de la presa de Riofrío, indica este punto. A partir de aquí, y durante dos kilómetros, se camina en paralelo al río. El terreno es algo abrupto y se marcha atravesando un espeso robledal. Cuando río y senda se cruzan de nuevo, el trazado comienza a zigzaguear por la pendiente hasta salvar un desnivel pronunciado. Las primeras hayas del bosque aparecen al final de este tramo. La senda, que tiene una longitud de seis kilómetros, requiere como mucho tres horas para completarla. No es una ruta apta para niños, pues las ramas de las hayas surgen del suelo cubierto de hojas y pueden provocar caídas.
Cómo llegar
En coche.
Se puede acceder al hayedo de La Pedrosa desde la N-I, tomando el desvío a Riaza, que comunica con la autovía por la N-110. A partir de aquí, la comarcal SG-112 llega hasta el hayedo.
En autobús.
La compañía Continental Auto (Tel. 91 314 57 55) llega a Riaza.
No debes perderte
El casco histórico de Riaza, en especial su plaza mayor porticada, y el barrio de San Juan.
La iglesia románica de Santa María, situada a las afueras de Riaza, que conserva una de las mejores pilas bautismales visigodas de la península Ibérica.
El Museo de Arte Contemporáneo de Ayllón.
La villa medieval y amurallada de Maderuelo.
No se debe regresar de esta comarca sin haber probado las hortalizas de Estebanvela.
Los cañones de piedra caliza de las Hoces de Riaza.
Los pueblos «negros» de Alquité, Madriguera, El Negredo, El Muyo y Villacorta, llamados así porque su suelo alberga un tipo de pizarra con la que se han edificado las casas de estas villas segovianas.
Los picos del Lobo (2.273 m), la Buitrera (2.046 m) y de la Quesera (1.710 m).
Dónde informarse
Ayuntamiento de Riaza. Tel. 921 551 016.
De corpulentas y voluminosas formas, las ramas de algunos de estos árboles arrancan desde el mismo suelo. Mejor andar con precaución, sobre todo si la visita coincide con un día otoñal, cuando el suelo está cubierto de hojarasca o nieve. Las ramas se esconden debajo y el tropezón suele ser inevitable. Las gruesas y retorcidas ramas, que crecen de troncos a menudo inexistentes, tienen, según los botánicos, una clara explicación: los árboles fueron talados hace mucho tiempo –hasta mediados del siglo XX existió una fábrica de sillas en la vecina aldea de Riofrío de Riaza–, brotando de aquellos tocones las ramas que hoy se ven.
Un paraje excepcional
A los pies del ramaje de esta reliquia botánica, protegida desde los años 70 bajo la denominación de Espacio Protegido de Interés Nacional, brotan las aguas del río Riaza. Al principio, entre helechos, musgos y líquenes, el río Riaza no es más que estrechos arroyuelos que se irán juntando hasta formar un sólo cauce. Más abajo, el Riaza se enmarca en un bosque de ribera, discurriendo sus aguas entre álamos, fresnos, abedules, sauces, tomillos y sotobosque. La variedad cromática del paraje es sorprendente, puesto que al hábitat del propio hayedo se suman las pendientes desnudas de vegetación y tapizadas de cuarcita que separan a las hayas de los robles, que crecen en las cotas más bajas del monte.El haya es, normalmente, un árbol propio de regiones más septentrionales y húmedas.
El caso de La Pedrosa es excepcional, pues es uno de los hayedos más meridionales que existen en el mundo y el que crece más al sur de toda Europa. Y eso a pesar de los grandes contrastes climáticos que deben soportar los árboles: veranos secos, pocos días de niebla y temperaturas invernales bajas. Repartidas sobre las laderas del valle del Riaza, la mayoría de los ejemplares que pueblan el bosque son jóvenes. Las hayas más ancianas se pueden ver en la zona más alta, abrupta e inaccesible del bosque. Aunque allí es donde viven, entre otras especies de mamíferos, nutrias y gatos monteses, es más fácil ver gavilanes o pitos reales en vuelo.
Fresas en el hayedo
Los últimos días de primavera y de verano son fechas propicias para acercarse a un hayedo y recolectar los frutos que emergen de sus pies. La fresa silvestre (Fegaria vesca) es una especie normalmente asociada a los hayedos, dándose entre los 900 y 1.500 metros de altitud. El fruto se desarrolla bien en espacios húmedos y entre árboles de hoja caduca, que permiten una mayor entrada de la luz solar durante los meses de primavera e invierno. Por esta razón hay que mirar en los claros del bosque, buscando ahí los ramilletes de hojas aserradas que acompañan al fruto.
El hayedo de La Pedrosa garantiza una buena cosecha de fresas silvestres.
La villa y el río de Riaza
El río Riaza –que seguiremos en la ruta que proponemos durante algunos kilómetros– tiene en La Pedrosa su cuna. Algo más abajo, el cauce del Riaza, ya fuera del hayedo, se deshace del sotobosque y hace brotar en sus márgenes un soberbio bosque de ribera. Si levantamos la mirada es probable que avistemos el elegante vuelo de las águilas que se cobijan en las Hoces de Riaza.
A pie de puerto queda Riaza, villa que nació allá por el siglo X y que en poco o en nada ha cambiado desde entonces. Con el río bordeando el caserío y las vacas pastando en los prados cercanos, Riaza merece un detenido paseo. Especialmente interesante resultan el barrio de San Juan,con sus típicas casas riazanas, construcciones de mampostería de amplios balcones y aleros y por sus tejas colocadas hacia arriba; y la plaza mayor, enmarcada entre grandes soportales castellanos y gradas de piedra alzadas en torno a un coso de arena todavía en uso.
Ruta de Riofrío de Riaza al hayedo de La Pedrosa
La ruta parte de la localidad de Riofrío de Riaza. Se inicia el recorrido caminando por una senda que, tras un kilómetro aproximadamente, se cruza con la carretera que sube al puerto de La Quesera (1.710 m) y con el río Riaza. Un puente, en la cabecera de la presa de Riofrío, indica este punto. A partir de aquí, y durante dos kilómetros, se camina en paralelo al río. El terreno es algo abrupto y se marcha atravesando un espeso robledal. Cuando río y senda se cruzan de nuevo, el trazado comienza a zigzaguear por la pendiente hasta salvar un desnivel pronunciado. Las primeras hayas del bosque aparecen al final de este tramo. La senda, que tiene una longitud de seis kilómetros, requiere como mucho tres horas para completarla. No es una ruta apta para niños, pues las ramas de las hayas surgen del suelo cubierto de hojas y pueden provocar caídas.
Cómo llegar
En coche.
Se puede acceder al hayedo de La Pedrosa desde la N-I, tomando el desvío a Riaza, que comunica con la autovía por la N-110. A partir de aquí, la comarcal SG-112 llega hasta el hayedo.
En autobús.
La compañía Continental Auto (Tel. 91 314 57 55) llega a Riaza.
No debes perderte
El casco histórico de Riaza, en especial su plaza mayor porticada, y el barrio de San Juan.
La iglesia románica de Santa María, situada a las afueras de Riaza, que conserva una de las mejores pilas bautismales visigodas de la península Ibérica.
El Museo de Arte Contemporáneo de Ayllón.
La villa medieval y amurallada de Maderuelo.
No se debe regresar de esta comarca sin haber probado las hortalizas de Estebanvela.
Los cañones de piedra caliza de las Hoces de Riaza.
Los pueblos «negros» de Alquité, Madriguera, El Negredo, El Muyo y Villacorta, llamados así porque su suelo alberga un tipo de pizarra con la que se han edificado las casas de estas villas segovianas.
Los picos del Lobo (2.273 m), la Buitrera (2.046 m) y de la Quesera (1.710 m).
Dónde informarse
Ayuntamiento de Riaza. Tel. 921 551 016.
2 comentarios:
Buena descripción de un fabuloso bosque de hayas que visité este fin de semana! Ojalá pronto pueda visitar la zona nevada!
Ojo con nieve que la carretera se pone dificil, y no es plan llegar del tirón al pantano.
un cordial saludo,
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