Biografía
María Jesús Lago Rey, nacida en Vigo (Pontevedra) el 25 de diciembre de 1964, se convirtió el 26 de mayo de 1999 en la primera mujer española y tercera del mundo en escalar el Everest sin ayuda de oxígeno artificial.
El prestigio de esta escalada le ha catapultado hacia nuevas empresas que merecen el respeto de la comunidad alpinística y de los patrocinadores, como Caixanova, que acompañó a Chus Lago en su proyecto Leopardo de las Nieves: conquistar los cinco picos más elevados de la extinta Unión Soviética.
Filosofía
En 1978, Reinhold Messner y Peter Habeler se plantaron en la cima del Everest sin ayuda de oxígeno artificial. Nadie lo había hecho antes y nadie, salvo ésta pareja, creía que fuese posible prescindir del oxígeno embotellado en la cima del mundo.
En 1999, Chus Lago imitó a la inglesa Alison Heargraves y a la norteamericana Fransis Distefano y se plantó en lo más alto del Everest al estilo de Messner y Habeler, prescindiendo de la pleyade de sherpas que acompañaron a éstos. Sola, con la ayuda de un escalador nativo, Chus Lago sorprendió a la comunidad alpinística con un estilo que casi nadie acepta hoy en día: la ligereza y la autonomía.
Sin embargo, Chus, que rehuye las grandes expediciones en beneficio de cordadas limitadas pero fiables, entiende el alpinismo como "algo bastante natural. A algunas personas nos gusta viajar, ponernos al límite en este caso con un deporte. En realidad es una forma de vivir sin más, algo que unos eligen y que otros prefieren obviar para llevar una vida más convencional".
Chus Lago descubrió la montaña de la mano de su padre. Con 11 años se estrenó en el Vixiador, lo uno llevó a lo otro y pronto se vio en los Pirineos, los Andes, Kenia y el Himalaya, cordillera que descubrió con 22 años, a los pies del Annapurna. Ahí arrancó una auténtica obsesión por las grandes cimas. Dos años después de pisar la cima del Cho Oyu en 1997, su primer ochomil, Chus Lago retomó su proyecto del Everest ajustándose a un guión terriblemente exigente: escalarlo sin ayuda de oxígeno artificial. Tras quedarse a las puertas del éxito en 1998, regresó la temporada siguiente convencida de la viabilidad de sus intenciones.
Viajar sin máscara camino de la cima más elevada del planeta, desconectado del gas que mueve el cuerpo, es algo así como lanzarse al espacio sin combinación espacial. Sencillamente, el 90% de los alpinistas ni se plantean escalar el techo del mundo a golpe de pulmón.
Los que compartieron la cima con Chus se emocionaron al verla así, sin otra cosa a mano que su termo de café con leche y sus agallas.
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