domingo, 27 de febrero de 2011
La pobreza en el siglo XXI
Es cierto que en todos los tiempos y en todos los sitios ha habido pobres. También es cierto que la sociedad ha podido vivir durante generaciones y siglos como si no los hubiera. La historia ni la han escrito ni la han hecho los pobres. Los pobres han sido siempre unos individuos sin nombre, sin domicilio fijo. Vagaban por las calles afeándolas con sus ropas sucias y rotas, mientras pedían limosna. La sociedad los ha tolerado, mal que bien, por la sencilla razón de que tampoco molestaban demasiado. La vida de los demás podía desarrollarse sin que los pobres la entorpecieran. La verdad es que, aunque hubiera pobres, todos hemos podido vivir como si no los hubiera.
También es verdad que junto con esa ignorancia de su existencia, ha habido desde tiempo inmemorial personas e instituciones que han tomado como objetivo de su vida el socorro de los pobres. La limosna ha constituido una de las buenas acciones tradicionalmente aceptadas. Por no citar más que algunos ejemplos, Santa Isabel de Hungría, San Juan de Dios, y en nuestros tiempos, la Madre Teresa de Calcuta, las Hermanitas de los Pobres, o las Hermanas de la Cruz, han sido personas e instituciones universalmente conocidas por su dedicación a socorrer a los pobres. Ante personas e instituciones como éstas, y otras muchísimas más, hay que descubrirse, como vulgarmente se dice.
La globalización de la que tanto se habla a propósito del movimiento de los capitales en el mercado financiero, y de la circulación de mercancías en el comercio internacional, está trayendo consigo además otros cambios. Uno de ellos es precisamente la globalización de la pobreza.
Esta globalización de la pobreza es lo que ha alterado el tradicional esquema de una sociedad mayoritariamente ignorante de su existencia, y de una minoría consagrada a socorrerlos. Lo ha alterado por la sencilla razón de que la globalización ha convertido al colectivo marginal de los pobres, en la gran mayoría dominante. Según las cifras del Banco Mundial, las personas que viven con menos de 3 dólares al día son 3.300 millones, un 52% de la población mundial. Por encima de 30 dólares diarios, un 13% de la población mundial. El colectivo marginal ahora resulta que son los ricos. Los ricos somos unos poquitos, la inmensa mayoría de la población humana a lo largo y ancho del mundo son pobres.
Este nuevo planteamiento hace que la existencia de los pobres se haya convertido en un problema político mundial. Aun admitiendo que son más bien declaraciones de buena voluntad que decisiones políticas concretas y globalmente aplicadas, hemos de mencionar tres organismos mundiales que se han hecho cargo de este problema: la FAO, la ONU, y el grupo G20. La FAO en la Cumbre Mundial sobre la Alimentación, en Roma el 17 de noviembre de 1996: "Consideramos intolerable que más de 800 millones de personas de todo el mundo, y en particular de los países en desarrollo, no dispongan de alimentos suficientes para satisfacer sus necesidades nutricionales básicas. Esta situación es inaceptable". La ONU en los objetivos del Milenio aprobados en Nueva York el 8 de septiembre 2000: "No escatimaremos esfuerzos para liberar a nuestros semejantes, hombres, mujeres y niños, de las condiciones abyectas y deshumanizadoras de la pobreza extrema, a la que en la actualidad están sometidos más de 1.000 millones de seres humanos. Estamos empeñados en hacer realidad para todos ellos el derecho al desarrollo y a poner a toda la especie humana al abrigo de la necesidad". El Grupo G 20 en sus reuniones de Pittsburg (24-09-2009), Toronto (26-06-2010) y Seoul (11-11-2010) se proponen igualmente tomar medidas para que el desarrollo económico equilibrado acabe con la desigualdad de rentas entre los países ricos y los países pobres.
Además la pobreza es un problema científico. Carecemos de un modelo económico que explique un equilibrio mundial donde la sima entre poblaciones ricas y poblaciones pobres desaparezca. Cuando empezó la primera revolución industrial, en que los burgueses industriales y los proletarios, sustituyeron a los aristócratas terratenientes y a los campesinos, intelectuales como Adam Smith o Carlos Marx, cada uno desde su punto de vista, diseñaron el modelo de la nueva sociedad emergente. La globalización está trayendo consigo una nueva sociedad emergente. Pero su conceptualización intelectual está por hacer. Además la pobreza es un problema de justicia. Aparte de que podamos temer que las pateras que cruzan el estrecho no sean mil, sino cien mil, aparte de que carezcamos de un modelo económico que oriente las decisiones políticas, la existencia de la pobreza es una injusticia, de la cual Dios ha de pedir cuenta a los que la toleramos. Políticos, economistas, intelectuales, líderes religiosos, hoy tenemos todos una tarea, acabar con la existencia de la pobreza. La eliminación de la pobreza a nivel mundial, además de ser lo más urgente, es también lo más importante.
* Jaime Loring Profesor jesuita
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