lunes, 20 de diciembre de 2010

La guerra del coltán

La guerra del coltán
Manuel Caldas




¿Qué es el coltán?

En las provincias del este de la actual República Democrática del Congo (RDC) se denomina “coltán” a un conjunto de minerales compuestos por columbita (mineral que contiene niobio) y tantalita (mineral que contiene tantalio).

Buena parte del tantalio que consume la industria mundial, proviene de las minas de coltán ubicadas en Brasil (poseedor del 5 % de las reservas mundiales del mineral), Australia (con el 10 % de las reservas), y Tailandia (5 %). El este de la RDC posee el 80 % restante.



El tantalio y sus aplicaciones

Los condensadores electrolíticos de tantalio, llamados así por ser su cátodo de ese metal, tienen grandes ventajas comparados a los condensadores electrolíticos de aluminio, por ejemplo. Entre éstas, destacan la de una más estable, precisa, y, por unidad de volumen, mayor capacitancia (carga almacenada por unidad de voltaje), así como baja impedancia para altas frecuencias (para aquellos lectores no familiarizados con esta terminología, la impedancia es, en cierto sentido y grosso modo, para circuitos de corriente alterna lo que la resistencia es a los de corriente continua).



Estas propiedades y ventajas hacen que los condensadores electrolíticos de tantalio sean óptimos para aplicaciones en las que se desea disminuir el tamaño del componente, por un lado, y obtener rendimientos óptimos a altas frecuencias, por otro, como es el caso de los teléfonos celulares. Como dato a tener en cuenta, en un artículo de Ramiro de Altube, publicado en la página web de la agencia de prensa afrol News, se señala que el 60% de la producción de tantalio se destina a la fabricación de “condensadores y otras partes de los teléfonos celulares” .



Por supuesto que los condensadores electrolíticos de tantalio son utilizados en la industria electrónica en general, no solamente dentro de la telefonía móvil: un condensador es componente casi infaltable en cualquier circuito eléctrico. Para ejemplificar esto, baste señalar que la empresa japonesa Sony se vio obligada a posponer el lanzamiento de la segunda versión de su “Play Station”, debido a una escasez de tantalio.



La guerra del coltán

Es difícil resumir en un breve artículo la historia de la primera y segunda guerra del Congo, los distintos grupos aliados involucrados, que comprenden no sólo naciones sino grupos armados rebeldes. Resumidamente, recordemos que en el año 1997 fue derrocado Mobutu por las tropas de Kabila (quien había participado en la campaña del Che en el Congo). El triunfo de la campaña militar de Kabila se debió en parte a la pérdida de apoyo popular (y extranjero) de Mobutu, y en parte a la ayuda que Ruanda, a través de su presidente Kagame, prestó a Kabila. También Uganda brindó apoyo militar al líder congoleño.





Al triunfar Kabila, se produjo el reparto de las minas congoleñas, en particular de las de sus provincias orientales, entre las compañías “Barrick Gold Corporation, de Canadá, American Mineral Fields (en la que Bush padre tenía intereses) y la surafricana Anglo-American Corporation”, como indica Ramiro de Altube en su artículo.



Pero la luna de miel entre Kabila y Kagame duró poco, y no debido al sospechoso apellido del presidente ruandés, como algún lector creerá. Pronto se despertó la codicia de diferentes multinacionales, como Nokia, IBM, Ericsson, Siemens, Bayer, y otras, que pusieron gran interés en la región, formándose grupos armados que directamente respondían (y responden) a sus intereses. Entidades económico-militares, conformadas por capitales trasnacionales, gobiernos locales y grupos armados, cuyo poder real reside en las direcciones de las multinacionales involucradas, son las que se disputan el poder y control sobre las impresionantes minas de coltán del este de la RDC. No en vano se le llama a esta segunda guerra del Congo la “guerra del coltán”, que, desde 1998 hasta hoy, ha costado la vida a alrededor de cinco millones y medio de personas .

Actualmente, están involucrados los países de Uganda, RDC, Ruanda, Burundi, Angola, Chad, Sudán, Libia, Zimbabue y Namibia, así como diferentes milicias hutus y tutsis.

Paralelamente al conflicto armado, se lleva a cabo una explotación infrahumana de la fuerza de trabajo que extrae el preciado mineral. En las minas se combina el uso de fuerza de trabajo esclava y fuerza de trabajo asalariada. Por supuesto que miles de niños son parte de ese proletariado, pues sus pequeños cuerpos les permiten acceder a lugares inalcanzables para hombres adultos. Además, la extracción del coltán es una actividad con un fuerte impacto medioambiental, afectando particularmente a la población de gorilas.



En las provincias de los grandes lagos del oriente congoleño se ponen al descubierto las podridas llagas del leproso rostro de la actual fase del capitalismo: la explotación, la guerra y la agresión al medio ambiente, expresiones todas de la barbarie imperialista.

La MONUC 

El coltán es literalmente robado de las minas del oriente congolés por Ruanda y Uganda, que, apoyados económica y militarmente por EEUU, extraen, transportan y procesan el mineral, exportándolo desde aeropuertos ruandeses y ugandeses.

En la web oficial de la Misión de las Naciones Unidas en el Congo (MONUC) se menciona que una de sus tareas principales en la región es “monitorear la implementación del embargo de armas (…) monitoreando la carga de aviones y cualquier otro medio de transporte en puertos, aeropuertos, bases militares y puestos fronterizos en las provincias de Kivú Norte y Sur y en Ituri”.

Evidentemente, el monitoreo del tráfico de coltán está fuera de los objetivos de la MONUC, ¿O es que, peor aún, está entre estos objetivos, pero no se cumple? He enviado un mail al portavoz de la MONUC, Michel Bonnardeaux, con copia al Oficial de Relaciones Mediáticas de la MONUC, Charles Gba, planteando estas interrogantes, pero no he recibido respuesta alguna.

Niños en busca de minerales

En las minas congoleñas trabajan miles de obreros en busca del Coltán, entre ellos niños -muy codiciados por ser la mano de obra más barata y fácil de silenciar-, refugiados y presos con la condena reducida. De esta forma, atraídos por los 10 dólares que se pagan por kilo de mineral extraído, muchos mueren en las minas en su afán por salir de la miseria.
El auge de la telefonía móvil, tan lucrativo para las multinacionales, está hundiendo a la República Democrática del Congo. La demanda del Coltán ocasionó que, en pleno auge del conflicto, empresas internacionales se disputaran el tesoro a través de aliados autóctonos, financiando a las fuerzas militares que luchaban por el control de los territorios congoleños. Una verdadera rapiña asolaba el Congo.
Los países africanos vecinos, como Ruanda o Uganda, luchan por el territorio congoleño, y las empresas internacionales hacen lo propio mediante el control económico. Con el transporte bajo control, los aranceles no existen en estos países, y los vuelos de ida al Congo viajan cargados de armas para volver repletos de minerales.

El Coltán, ¿un problema o una esperanza?

Muchas ONG han denunciado ya la situación, pidiendo que los organismos internacionales sancionen a las empresas que participan en el saqueo y reclamando que el Coltán debería ser una esperanza para la República Democrática del Congo, y no un problema más para su desarrollo.
La situación de oscuridad que rodea al Coltán provoca que su comercio legal se confunda con el tráfico y contrabando de los rebeldes, haciéndose muy complicado discernir si el origen del Coltán que llega a nuestras manos proviene o no de la ilegalidad y el saqueo.
Por ello, algunas de las empresas que comercian con telefonía móvil están emprendiendo medidas para asegurarse de que el Coltán que utilizan no proviene de las zonas en conflicto del Congo. Si esto se consiguiera, los señores de la guerra perderían gran parte de su financiación para comprar armas y el Congo vería cómo uno de los fantasmas que amenazan su futuro desaparece.
El Coltán ha pasado de no valer nada a ser más preciado que los diamantes, y aunque ahora el tema de su comercio parece haber perdido interés informativo, tras darse a conocer hace un par de años, hay que recordar que los problemas no se solucionan sólo con no hablar de ellos. La guerra por el Coltán sigue abierta.




Conclusiones



Lenin, en el artículo “El imperialismo y la escisión del socialismo”, escrito en octubre de 1916, repite su concepto de imperialismo y el rasgo esencial que lo caracteriza: el monopolio. Este se manifiesta, entre otras formas, según Lenin, en “el reparto (económico) del mundo entre los cárteles internacionales. ¡Son ya más de cien los cárteles internacionales que dominan todo el mercado mundial y se lo reparten "amigablemente", hasta que la guerra lo redistribuya!”

¡Qué espantosamente claro es el ejemplo que brinda la guerra del coltán de este reparto “amigable” de los recursos naturales del mundo entre las multinacionales, “hasta que la guerra lo redistribuya”!

¡Y qué bofetada les propina esta horrible guerra a los apologistas del fin del imperialismo!

Ramiro de Altube, ”La fiebre del coltán: el imperialismo continúa”, disponible en: http://www.afrol.com/es/especiales/13258

“Coltan”, Wikipedia, disponible en: http://es.wikipedia.org/wiki/Coltan

V.I. Lenin, ”El imperialismo y la escisión del socialismo”, 1916, Sbórnik Sotsial-Demokrata, núm. 2. Disponible en: http://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1910s/10-1916.htm

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